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Resistiré: Entrevista con Francisco Vargas Quevedo


Conocí a Francisco Vargas Quevedo -escritor, director, co-editor y productor de El Violín (2005)- hace pocos días, cuando vino a New York a presentar su película de la mano de Cinema Tropical y Film Movement. Salí de la proyección emocionado, feliz de comprender que no es necesaria una super producción para comunicar una idea profunda sino todo lo contrario, y por sobre todas las cosas dejé la sala con muchas preguntas. Tuve la suerte de lograr el acceso a este gran nuevo cineasta, quien no sólo me resultó un artista muy interesante para dialogar y descubrir, sino que también mostró un gran sentido del humor, cosa que me hizo conectar automáticamente.

De lo que trata la película no puedo avanzar mucho, sólo decir que lo que comentan la mayoría de las críticas es verdad: hay que verla. Pare tener una idea de la recibida que está teniendo en los Estados Unidos, la publicación online Rotten Tomatoes, que arma un ranking porcentual en base a un conjunto de críticas independientes, le adjudica hasta el momento un 100%. 

Nos encontramos en uno de los primeros días nevados del inminente invierno Neoyorquino, aunque técnicamente es aún Otoño. Tanto Francisco como yo nos miramos con cara de susto y ganas de estar en nuestras tibias primaveras latinas y ancestrales. Sin embargo, comenzamos una deliciosa charla sobre cine y algo más, y nos olvidamos del frío hasta las últimas preguntas, que como tributo al cine de guerrilla, terminaron caminando apurados bajo la nieve, casi sin prestarle atención a los semáforos.

Francisco Vargas Quevedo: ¿Son difíciles tus preguntas?

Pablo Goldbarg: Creo que algunas sí.

F.V.Q.: Espero saberme las respuestas.

P.G.: Espero que algunas no. La primera es la siguiente: el violín en sí aparece como un dispositivo para ir llevando la historia adelante. De alguna manera se convierte en un personaje importante por si mismo. ¿Cómo es esto de trabajar con un objeto que toma tanto valor?

F.V.Q.: Fíjate que en algún momento alguien me preguntaba cuál era el papel que jugaba el violín, y yo decía que, por supuesto están los personajes de la película, que son de carne y hueso, que son Don Plutarco (Angel Tavira), el Capitán (Dagoberto Gama), el hijo (Gerardo Taracena), y el nieto (Mario Garibaldi) y todos. Pero en realidad, el eje central, la médula que va haciendo que todo suceda, y por tanto es, y como bien dices un personaje más – y a veces yo creo que es “el” protagonista de la película -, es el violín. ¿Por qué? Por que no sólo es el objeto a partir del cual van sucediendo y se van desenredando las situaciones en la historia, sino que simboliza mucho más. El violín, además del objeto y el instrumento, es la música. Y a partir de la música es que sucede todo esto. Y el eje central también de la película, es la música. La música como este elemento que queda, a pesar de todo lo que pueda suceder. A pesar de que puedan aparecer o desaparecer los personajes, o morir, o perderse, lo que queda es la música, como símbolo de tradición oral, memoria, cultura y espíritu libertario de los pueblos. Todo lo que tenga que ver con esto y lo que sucede en la película, está dicho y tratado a partir de la música del violín. La herencia que tiene el nieto hacia el final de la película, además de otras cosas es la música, lo que le queda. Con todo lo que significa, y lo que vivió y sufrió. Entonces el violín es como un personaje más, y así fue tratado y concebido desde siempre.

P.G.: ¿Cómo se elige la banda de sonido de una película así?

F.V.Q.: Mira, es complicado. En la película hay muchas cosas que me duelen, o preguntas que no encuentro respuesta, o que no han tenido respuesta por décadas en México, el asunto político… todo esto está ahí. Pero también está el asunto de la música, porque es una de las cosas que amo y me apasionan: la música tradicional, la popular, no sólo de México sino de muchos lugares, pero específicamente en esta película de México. Entonces fue muy complicado porque también trabajé muchos años en la música desde la radio y otros lugares. Digo que es difícil porque hay en México una riqueza musical sorprendente e impresionante. Afuera se conoce muy poco; hay apenas dos o tres estilos conocidos como la música mexicana. Pero cada rincón y cada lugar está lleno de música y músicos de una diversidad que sorprende: indígena, campesina, rural, de las montañas, de las sierras, del mar, de los llanos. Entonces, yo trataba de hacer paralelamente un mosaico musical de México, cosa que fue muy difícil, porque hay tanto… La película está contada como un “corrido”. El corrido es un género musical que fue muy usado en la revolución Mexicana como un medio de llevar noticias, de informar a la gente, de comunicarse, como hacían los viejos juglares medievales. Fue difícil escoger, aunque por otro lado tuve la ventaja de que el protagonista es un músico real, y ha sido un músico toda su vida. Entonces él podía interpretar cualquier cosa que yo le pidiera. La regla principal siempre era que la música no tenía que acompañar como algo aditivo y sobrepuesto a la secuencias: tenía que significar; un elemento igual de importante que cualquier otra cosa.

P.G.: ¿Cómo hiciste para lograr desde el guión la complejidad de los personajes, quienes por momentos parecen estar divididos entre los buenos y los malos, pero luego vamos descubriendo que tienen mucho más que eso?

F.V.Q.: Bueno, es que eso fue algo que nos planteamos desde un principio. Y era como una premisa, una regla, un mandamiento, un recordatorio constante que no había que perder de vista en ningún instante. De lo que trata la película, además de muchas otras cosas, y de contar una historia dramatúrgicamente conmovedora y poderosa – aquella historia del viejo – está hablando de un problema que en México nunca se había tocado en el cine de ficción que va dirigido a las salas comerciales – si en el documental, en otros medios y otros ámbitos. Entonces estábamos tocando un tema complicado: la violación de los derechos humanos, la represión, la injusticia, la pobreza y la miseria. El ejército como brazo armado de un Estado y gobierno que, en lugar de cambiar las condiciones de vida de la gente, son los que provocan muchas veces – y sin que yo lo justifique, pero es así – que muchos pueblos o comunidades lleguen incluso al extremo de tomar las armas para tratar de cambiar sus condiciones de vida… y el ejército está ahí para sofocarlo. Al ser un tema muy complicado que nunca había sido tocado, era muy fácil caer en un panfleto, en una visión maniquea de “los buenos y los malos”. Nosotros queríamos alejarnos de eso, siempre, desde el guión. Y el trabajo con los actores siempre fue hablar de “seres humanos”, de las contradicciones y los conflictos de estos seres humanos. Claro, ahora están en este contexto y en esta realidad inmediata y cercana a ellos, que los pone de un lado u otro, pero en realidad estamos hablando de seres humanos que incluso no quisieran vivir la realidad que viven. Y eso los hace complejos y contradictorios. Porque resultan carne de la misma carne, y sangre de la misma sangre. El militar que está destinado a sofocar ese movimiento y desaparecer a toda esa comunidad podría ser nieto de ese viejo, sin duda… quisimos tener mucho cuidado de eso.

P.G.: ¿Creés que esta historia trata, además de este tema específico de México, un tema universal?

F.V.Q.: Mira, tal vez, y sin duda es universal. Pero inicialmente hay como tres niveles que a mi me interesaba tocar en la película: primero, y por supuesto porque yo vivo ahí, y ahí crecí, y me desenvuelvo, y es lo que primero me duele, es lo que sucede en México. Luego Latinoamérica. Es una cosa que me importa, me preocupa, me significa y me duele. Y que era un objetivo de esta película. Y luego está el asunto universal, pero en realidad nosotros siempre partimos de lo particular a lo general, y no al revés. No intentábamos hacer una película preconcebida como universal. Queríamos hablar de realidades muy cercanas a México y a América Latina. Y por eso la película no tiene un tiempo y un espacio definido. Lo que yo no quería que sucediera es ubicarla en un momento histórico específico – en Guerrero, Chiapas o Huaxaca, Guatemala, Salvador, Honduras, tal década, tal año, tal comunidad -, porque entonces sería muy triste que la gente después de ver esta película pudiera pensar: “Si eso se ubica en el pasado, es que ya no sucede.” Los discursos oficiales son tan poderosos y tan dominantes que bien pueden hacernos creer que ese tipo de cosas ya no suceden, que están en el pasado, y que nuestros países han sido pobres, pero están ahora en vías de desarrollo y en camino hacia… por eso no hay tiempo y espacio definido. Cada quien lo puede ubicar y acomodar en el referente más cercano. En muchos países de América Latina piensan y dicen que la película es de ahí, es local. Cada uno se la ha ido apropiando. Yo tengo una anécdota super linda que me sucedió en Grecia y me hizo “click” en la cabeza. Terminando de presentar la película en Tesalónica vino un viejo conmovido y llorando, y me pregunto “¿tu eres Griego?”, le dije que no. “¿Pero tu has venido antes a Grecia”. No. “Pero entonces tu familia es Griega”. No. “¿Te han contado historias de aquí?”. “No”, le dije. “Es la primera vez que vengo a esta tierra y estoy encantado, y me da mucho gusto poder presentar esta película aquí”. Entonces el concluyó: “Esta historia que tu estás contando… mira, voltea hacia atrás, fíjate las montañas, allá hay un pueblo donde esta historia sucedió hace cincuenta años”. Me contó toda la historia. El había acercado su referente, lo que él conocía. ¿Qué la hace universal? Pues una cosa muy sencilla, hermano, y muy triste: vivimos un mundo cada vez más injusto, más desigual, más polarizado, con muchas más dificultades para la gente común y corriente, como tu y yo, que las vivimos cotidianamente. Entonces, en cualquier situación donde uno pisa, sofoca u oprima a otro, uno dice “quisiera hacer algo por cambiarlo”. Y cada vez tenemos menos oportunidad de cambiar las cosas y de incidir en ellas. Eso es lo que hace que se conecte. Entonces este “uno” que pisa u oprime, puede ser una persona, un pueblo, un gobierno, un país, y ese es el pan nuestro de cada día. De eso habla la película. Cuando eso sucede, uno busca algo de que agarrarse, para tratar de hacer algo, y esa palabra es dignidad. El personaje del viejo se llama Don Plutarco, pero yo también le puse un nombre: dignidad. Por eso el “nos puede” tanto. Eso simboliza… lo que deseamos.

P.G.: ¿Pensas que existe un secreto para resistir pacíficamente?

F.V.Q.: Sí, cada quién desde su lugar… de hecho la película es un “no” a la guerra. Nos parece una estupidez la guerra. Las guerras son innecesarias. ¿Por qué tienen que suceder este tipo de cosas? No deberían suceder, no sólo en términos de bien y mal. Es inentendible, insostenible. Cada quién desde su pequeñita trinchera, desde lo que hacemos, y desde lo que nos dedicamos y vivimos podemos ir poniendo algo, no sólo para tratar de resistir, sino para tratar de pensar, y de hecho está dicho ahí en la película: siempre vendrán tiempos mejores. Yo lo creo. Yo lo espero. Si no, yo no estaría aquí. Si no, no tendría sentido vivir ni hacer nada. Pero para hacer que vengan, hay que trabajar mucho, y para que vengan también desde lo que uno hace hay que intentarlo.

P.G. ¿Cuál fue tu motivación para usar el blanco y negro, y por qué creés que se ve tan apropiado en tu película?

F.V.Q.: Bueno, por un lado, es por el asunto del tiempo y del espacio. El blanco y negro nos permitía desubicarla. Por otro lado queríamos que tuviese una apariencia documental. Junto con la cámara en mano, el blanco y negro, los actores profesionales y no profesionales, y la gente de las comunidades. La idea fue un poco buscar que la gente, cuando saliera de ver la película, tuviera la sensación de haber visto algo documental, que es una sensación diferente a la que uno tiene al ver ficción – reacciones como “bueno, es una película, ya está, se acabó”. Cuando uno termina de ver un documental, y abre la puerta para salir a la calle, uno sabe que eso ha sucedido, o está sucediendo, o viene. Y por otro lado, por una razón estética era ideal, nos permitía hablar de blanco y negro como dos opuestos que se enfrentan y chocan, pero en medio hay una gama de grises que hacen que uno entienda la complejidad. Y eso te da unas atmósferas y unos estados de ánimo que no hubiéramos tenido o encontrado en otra cosa más que en el blanco y negro. Y por último, es también un homenaje a toda esta escuela visual, fotográfica, muralista, artística, de décadas importantes en México, que en el cine tuvieron que ver con el blanco y negro de Figueroa y toda una serie de aportes técnicos, que incluso hizo al blanco y negro a nivel mundial y se conocen muy poco. Entonces nosotros queríamos, no emplazar o parecer estéticamente igual, pero si retomar muchas cosas de las películas que este hombre hizo, y cuatro décadas después son tan difíciles o más, y que uno no se explica cómo lo hacían.

P.G.: El cine Latino parece cada vez más puro cuando usa actores amateurs. ¿Cómo se hace para balancear entre amateurs y profesionales?

F.V.Q.: Yo creo que depende de cada proyecto. Se está empezando a poner de moda, y no me parece que exista una fórmula. Cada proyecto tiene sus propias necesidades, y sus propias características y requerimientos. Entonces yo no creo que haya una única fórmula. Yo soy de formación actoral. Lo primero que yo estudié antes que cine fue teatro. Trabajé de actor, tengo un gran respeto por los actores, por su formación, disciplina y por todo lo que un actor profesional puede aportar. No creo que sea una receta que se pueda aplicar siempre, ni que sea un camino para llegar a una película más realista, o más impactante o más vendible. A nosotros, en El Violín nos funcionaba mucho. Hay un personaje como Don Plutarco, quien es amateur, tan fuerte, poderoso y tan logrado, porque en realidad a un lado hay un capitán, que es un actor profesional, y un hijo, otro actor sorprendente, que aportaron y ayudaron a que lográramos que Don Plutarco fuera tan fuerte. Y ellos son profesionales.

P.G.: La violencia está muy presente pero no se ve: se percibe. ¿Cómo hacés para resistir la tentación de mostrar?

F.V.Q.: Nos planteamos algunas premisas. La primera es que fuera una película sencilla en todos los sentidos. Narrativa, visualmente, con cortes directos, sin efectos. Y eso lo llevamos hasta el extremo, lo cuál aparentemente es más fácil, pero… (risas), al hacerlo resulta un reto. Buscar la sencillez absoluta es más difícul, y ahora lo creo, que cualquier otra cosa. Junto con eso tuvimos otra premisa: la ausencia como presencia absoluta. No hay violencia visual ni gráfica. Está sugerida, dicha y puesta de otra manera. No hay balas, armas, sangre, enfrentamientos, no hay guerra. No se ve. Sin embargo hay una carga de suspenso y peligro constante, creo que por ausencia absoluta, y además porque queríamos hacer una especie de metáfora de como muchas de estas comunidades, a veces lo que más viven y más las destruye, separa, acorrala y les hace una existencia terrible es la “violencia silenciosa”. Usualmente es así. Entonces nosotros queríamos también poner eso conceptualmente en la historia.

P.G.: ¿Qué dificultades encuentra una película de este tipo en la distribución?

F.V.Q.: Ese es un tema super complejo. El lugar donde más difícil la tiene el cine Mexicano es en México. Paradójica y tristemente es así. Es complicado distribuir las películas Mexicanas y Latinoamericanas en Mexico porque el mercado está acotado totalmente por los monopolios de distribución sobre todo norteamericanos, y no hay una puerta abierta al cine local, ni unas posibilidades para que las cinematografías locales se desarrollen, y México es uno de esos casos. El cine local ha surgido en donde han hecho todo lo contrario, como en Francia, España, Argentina y muchos otros lugares en los que el Estado se responsabiliza de la cultura, y además se entiende que el cine no sólo es un negocio sino también un bien cultural importante. Ahí se protege al cine local para que la competencia no sea tan desleal, despiadada y desigual contra Hollywood. En donde no sucede o no se ha implementado, es muy difícil. Pues eso es lo que complica absolutamente el asunto de la distribución, y en México todavía no pasa eso.

P.G.: El Violín es la película más premiada en la historia del cine Mexicano. ¿Y ahora que pasa?

F.V.Q.: Bueno, en mi vida no pasa absolutamente nada (risas). Sigo siendo el mismo, por fortuna, y más feliz y contento porque la película ha podido ser vista por mucha gente, y los premios y reconocimientos no sirven de nada más que para el ego, o cuando traen dinero. Aunque también sirven para abrir puertas, para que una película pueda llegar a lugares a donde difícilmente llegaría, o no te hubieras imaginado que es posible llegar. Eso me tiene muy contento a mi, y a todo el equipo.

Nos decimos adiós con un abrazo. Francisco Vargas Quevedo sabe todas las respuestas. También sabe cómo inspirar. El Violín es, como diría el escritor Rodrigo Fresán sobre los cuentos de John Cheever, “de esos que dan ganas de terminar de leer y ponerse a escribir”. Personalmente, él inspira de una manera más directa: “No dejes de escribir, cabrón!”, me dice al despedirse. Y yo no puedo hacer otra cosa que tomar la posta.

El Violín (2005)
Guión y Dirección: Francisco Vargas Quevedo
Duración: 98′
Origen: México

(Del 5 al 11 de Diciembre)

209 W Houston St, New York, NY 10014 
Box Office: (212) 727-8110
Showtimes: 1:15, 3:15, 6:00, 8:00, 10:00

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Tribeca x 4: Alvaro Covacevich


Durante el 6º Festival de Cine de Tribeca tuve el placer y honor de entrevistar a algunos de los cineastas, actores, productores y ejecutivos del festival. A continuación, un extracto de la entrevista con Alvaro Covacevich, director y escritor de Morir Un Poco (To Die A Little).

During the 6th Tribeca Film Festival I had the pleasure and honor of interviewing some of the filmmakers, actors, producers and festival executives. Next there is an excerpt from the interview with Alvaro Covacevich, director and writer of Morir Un Poco (To Die A Little).


Pablo Goldbarg:
¿Considerás a tu película como un desaparecido más de la dictadura?

Alvaro Covacevich: Yo tuve, desgraciadamente, dos desaparecidos. Un hijo mío, que apareció después, y esta película, junto con otro material mío, que desapareció por mucho tiempo, porque los militares destruyeron no solo películas, también libros. Es clásica la escena, que ya parece como inventada, de los nazis quemando libros, y yo tengo filmado en una de mis películas a los militares quemando libros en Santiago, los libros marxistas… pero eso existe y eso es verdad. Tenían orden de hacer desaparecer todo lo que tenga que ver con la cultura. Hay una anécdota de cuando fue allanada mi casa, por la cual fui bastante maltratado y perseguido. Es por el teniente que condujo la patrulla que allanó mi casa. Yo siempre he tenido gran afición por el arte, para mi el arte ha sido un soporte muy grande dentro del cine, como lo fue para Visconti, como lo fue para muchos personajes del cine que se han apoyado mucho en la parte estética del arte, para de ahí empezar su idea. Entonces yo siempre he tenido grandes colecciones de libros, y he tenido una gran colección de arte cubista, que me interesa bastante. Entonces una de las razones por las cuales fui maltratado y detenido, que se aclaró después, fue que el oficial dijo que yo era pro Cubano… porque tenía mucho arte Cubista (risas). Finalmente parece que alguien del otro lado preguntó si era que hablaban de Fidel. “No, aquí hay muchos libros de unos nombres raros de cosas” (risas). Eso te da una idea de la ignorancia, agresiva además, porque por eso te podían matar. Si no hubiera habido respuesta del otro lado, a lo mejor decían “Bueno, fusílenlo, este es un pro Cubano, tiene su casa llena de panfletos y documentos pro Cubanos…”, y en realidad eran los mejores libros de arte cubista que yo había reunido en veinte años.


P.G.: ¿Cambia la forma de hacer cine después de esta desaparición?

A.C.: Y
o creo que yo nunca quise estar como quien dice “encajonado” en una línea de cine. Incluso me rebelé bastante sobre eso. La película que yo hago inmediatamente después de Morir Un Poco (1967) es una pelicula que no tiene nada que ver con este tema. Retomo una historia que sucedió en Holanda, de una serie de jóvenes de la época del hippismo, intentan reunirse y tartar de vivir en comunidades, y lo primero que hacen es pintar sus bicicletas blancas, para que donde las dejen, cualquiera las pueda usar. Y con ese principio se empieza un movimiento, y ocurrió realmente, y yo desarrollé esa idea en Chile, tomando un poco y apoyándome en esta especie de movimiento del hippismo y estas sociedades comunitarias. Y hago la película sobre ese tema, nada más que yo continúo las bicicletas blancas con autos blancos, con monumentos blancos, con casas blancas, y entonces ahi interviene el Congreso, la política, la policía y destruye el movimiento que es la anarquia total. Entonces sí caigo en el tema político, pero en otro esquema. Esa película se llama New Love, o La Revolución de las Flores (1968). Es una sátira a este movimiento y lo que significó, porque en el fondo todos estos muchachos que empiezan protestando contra el establishment y contra la producción masiva de bienes de consumo. Ellos hacen sus propias cosas con las manos, sus collarcitos, sus cosas, pero tienen tanto éxito que finalmente empiezan a vender millones y tienen que tomar contadores, auditores, gerentes, supervisores, y terminan en lo mismo que están discutiendo.

P.G.: ¿Cuándo es tu exilio, y cómo se vive siendo artista en ese exilio?

A.C.: Bueno, yo creo que es muy difícil. En primer lugar porque no es lo mismo que tu decidas venir a estudiar a Nueva York o a trabajar, que estemos los dos como estamos ahora, a que venga una patrulla y te detenga. Yo estuve doce meses proscripto en la Embajada de México que nos acogió. No podíamos salir, estábamos aislados de la familia. Y de la noche a la mañana tu amaneces, como me pasó a mi, despiertas y hay una “polleta” colgando del techo de un hotelito muy digno, pero refugiado en un país que era muy extraño para mi.Debo recordarte que el castigo mas grande que ha existido—lo toma Shakespeare y sus diversas obras, también los Griegos–y se infligía a un hombre no era matarlo: era exiliarlo. Porque es muy difícil estar fuera de tu país y no poder volver. No es una decisión tuya: me voy a vivir a Argentina, o me voy a vivir a Francia y vuelvo cuando quiera. Pero esto de que te toman como una pieza de algo y te depositan en algún lugar donde tu no te puedes mover de ahí realmente a tu patria… eso es muy triste. Porque la gente dice “qué es la patria?”. Porque todos somos revolucionarios… en New Love hay una escena donde se queman los pasaportes, se queman los papeles, toda identidad, nacionalidad, propiedad de un país, como una protesta, y realmente uno sí que pertenece a los países. A ti no se te va a quitar nunca la manera de hablar de Argentino jamás ni a mi la de Chileno, y eso se va a arrastrar a tus nietos, que van a hablar de ti como ese personaje que oyeron distinto al resto que oyeron en su vida. Hay una frase maravillosa que dice “La patria es el pais de la infancia”; lo dice Gabriela Mistral. Es cierto, y es lo que más me acuerdo. Y mi exilio duró dieciocho años sin poder volver a mi país, y finalmente me quedé viviendo en México hasta ahora… son treinta años, entre exilio obligado y exilio aceptado por mi mismo. Es difícil porque es un enfoque en el cual tu no perteneces nunca a ese país. Yo tengo nietos Mexicanos, y sin embargo yo siento que yo sigo siendo extranjero… en America Latina. Yo creo que ese fenomeno no existe aquí en Nueva York. No se entiende ese concepto, pero sí en algunas generaciones, tus abuelos por ejemplo si vinieron para acá todavía lo deben sentir.

P.G.: La película reaparece en el 2006…


A.C.: La película desapareció entera. Se destruyó todo el material, junto con otro material mío, junto con otras películas. Habían unos documentales bien interesantes que yo había hecho en el Amazonas con cientificos de Naciones Unidas y antropólogos, para detectar una comunidad que nunca había tenido contacto con el ser civilizado. Mucho material se rompió, se perdió, gran colección de arte se la robaron en
Chile… y bueno, Morir Un Poco desaparece, y yo la empecé a rastrear por años. Ofrecí un premio incluso en Chile, porque esta película tuvo un éxito impresionante. ¿Por qué ese exito? A lo mejor fue un espejo. Y hoy día es el mismo espejo, manchado, borrado, pero el mismo. Hay ciertas imágenes desvanecidas pero eso es parte del valor de la película en si misma. Como no va a haber una caseta (sala) donde se dió la película, en un pueblecito donde haya quedado una copia abandonada. No, los militares arrasaron todo. Había que destruir esta película. Era una forma de mostrar algo que ellos deberían estar obligados a hacer y que no lo iban a hacer nunca por el pueblo, eso era evidente. Y no sólo este material: libros, pinturas, todo lo que representara cualquier cosa de este tipo. Y mandé un hijo a buscarla a Alemania, y de repente apareció una voz de alguien… y apareció el tambor de esta versión que ustedes han visto, que es el único material que existe. Yo he estado recuperando otras cosas, pedazos que estoy tratando de juntar y restaurar. Es un trabajo lento y pesado, fotograma por fotograma, pero se puede hacer.

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Tribeca x 4: Pablo Trapero y Martina Gusmán


Durante el 6º Festival de Cine de Tribeca tuve el placer y honor de entrevistar a algunos de los cineastas, actores, productores y ejecutivos del festival. A continuación, un extracto de la entrevista con Pablo Trapero, director, escritor y productor de Nacido y Criado (Born and Bred), y Martina Gusmán, actriz y productora ejecutiva de la misma película.

During the 6th Tribeca Film Festival I had the pleasure and honor of interviewing some of the filmmakers, actors, producers and festival executives. Next there is an excerpt from the interview with Pablo Trapero, director, writer and producer of Nacido y Criado (Born and Bred), and Martina Gusmán, actress and executive producer in the same film.

Pablo Goldbarg: Todas tus películas tienen diferentes estilos. ¿Sos consciente que en esta última estás “renacido y recriado”?

Pablo Trapero: (risas) La verdad que no. Se puede diferenciar un poco de las anteriores porque es deliberadamente más dramática quizás. Si tuvieramos que encontrarla en el “DVD Club” estaría en el género de drama, y eso puede ser que la diferencie un poco de las demás, pero no. Yo con cada película me involucré más o menos igual, y por suerte la recepción que tuvieron las películas me hace pensar más que nada en la que viene que hacia atrás. Entiendo lo que decís porque me lo han preguntado muchas veces, pero no fue un ejercicio formal. Eso quiero decirte: no se trata de “voy a hacer esto para diferenciar de tal cosa…” Siempre trato de ser muy solidario con la historia que quiero hacer, y cada historia va necesitando una forma de ser contada. Eso me parece que puede ser el origen de este cambio que notás.

P.G.: Algunas escenas se convierten en una marca muy personal: el coche de carrera de Mundo Grúa (1999), los tiros en la comisaría de El Bonaerense (2002), el maravilloso cortejo fúnebre con los tractores en tu película actual… Me pregunto si las tenés pensadas desde el guión, o al llegar al lugar de filmación se renueva el proceso creativo.

P.T.: No, la mayor parte de eso está en el guión. Lo que pasa es que en el set se termina de formar. El cortejo era más o menos como lo viste. A diferencia que en el guión se hablaba de otro tractor. Los tiros en El Bonaerense también. Después, en el medio del proceso estaba esta señora “super size me” con la ametralladora. En la escena se toma forma, pero estas ideas están desde el principio. Es este límite de lo absurdo y lo cotidiano. Trabajo muy consciente de eso. Los momentos de absurdo que tiene la vida de todos los días, y que uno lo vive con naturalidad, pero cuando alguien lo mira de afuera cambia. Absurdo o extrañamiento, o fantasia, o el nombre que le quieras poner. Pero justamente esta idea de que el día a día en realidad es como una aventura y no el “daily”, lo cotidiano, sino que todo el tiempo existen estas sorpresas. Esto es buscado en casi todas mis películas.

P.G.: Martina, ¿Cómo fue desde lo personal hacer un papel que es corto pero muy profundo, y que está relacionado con la tragedia?

Martina Gusmán: Como nosotros trabajamos juntos hace seis años, y como además somos marido y mujer con Pablo, es decir compartimos la vida juntos, yo estuve desde el inicio del guión y la idea de la película, incluso él escribió el personaje de Mili para que lo haga yo. Entonces todo lo que fue la investigación de los procesos de duelo, y lo que le pasa a la gente en situaciones similares, yo lo viví desde un comienzo. Trabajamos muchísimo con Guillermo Pfening (actor) y Pablo, y fue muy paulatino. Fuimos creando el personaje juntos.

P.G.: ¿Cuál es la diferencia entre Pablo director y Pablo productor, y cuáles son sus próximos proyectos?

M.G. : Que Pablo director siempre quiere más (risas), y que por suerte tiene un Pablo productor que puede también ser consciente de las cosas que puede o no hacer. Por lo tanto eso es muy bueno para él como director porque tiene una capacidad increíble de adaptarse a las diferentes situaciones o cambios. Por ejemplo, en Nacido y Criado, fuimos ahí porque era un lugar alucinante lleno de nieve, y la nieve se empezó a ir de una forma terrible. Cualquier otro director tal vez se hubiese paralizado, y sin embargo Pablo se adaptó, buscó nuevas locaciones para ir siguiendo la nieve, o armó nieve con sal. Tiene mucha facilidad para adaptarse, y mentalidad de productor. Esa combinación, para hacer cine en Argentina, es muy buena. De la productora ahora estamos haciendo una película, y de Pablo, su próxima película, que en principio se llama Desencuentro pero que todavía no está definido el nombre. Vamos a filmar en Septiembre/Octubre de este año, y vamos a trabajar juntos desde producción, y en la actuación. El 21 de Mayo arrancamos con el rodaje de la próxima película de Albertina Carri, directora de Geminis, que se llama La Rabia. Y después La Matiné, un documental uruguayo.

P.G.: Es un placer conocerlos, y gracias por hacer que el cine Argentino se conozca en el resto del mundo.

P.T.: Muchas gracias… muy amable.

M.G.: Muchas gracias a vos.

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Tribeca x 4: Gustavo Fontán


Durante el 6º Festival de Cine de Tribeca tuve el placer y honor de entrevistar a algunos de los cineastas, actores, productores y ejecutivos del festival. A continuación, un extracto de la entrevista con Gustavo Fontán, director y escritor de El Arbol (The Tree).

During the 6th Tribeca Film Festival I had the pleasure and honor of interviewing some of the filmmakers, actors, producers and festival executives. Next there is an excerpt from the interview with Gustavo Fontán, director and writer of El Arbol (The Tree).

Pablo Goldbarg: En lo visual de El Arbol (2006) se percibe algo muy poético. ¿Cómo fue esta transformación entre la literatura y el cine, y que tipo de conexiones encontrás entre ambas artes?

Gustavo Fontán: En principio creo que literatura y cine son dos lenguajes diferentes. Uno no puede compararlos en cuanto a transcripciones. Sí creo que como lector y como escritor, y como lector de poetas fundamentalmente, hay algo que siempre me interesó en los poetas: cómo pueden ejercer una mirada nueva sobre un mundo conocido por todos. Es decir, esta formas de mirar al mundo, de mirar poéticamente al mundo, de renovar con la mirada las cosas que son conocidas por todos y que están presentes para todos, y esta posibilidad de verlas diferente, a mi me parecía que esa capacidad de la poesía también debería ser una capacidad del cine. Y siempre me interesó en ese sentido ese poder de otorgarle a la realidad una forma, y una presencia, y una mirada que es nueva segun la mirada.

P.G.: ¿Cómo fue trabajar con tus padres? ¿Qué te produjo tenerlos a ellos presentes en la película, durante el rodaje y cuando ves la película?

G.F.: Fue una decisión muy fuerte. Incluso algunos amigos pensaban que estaba un poco loco: “vos sos demasiado valiente”, me decían. Yo venía de una experiencia que me había resultado un poco, no te diría desagradable, pero me había hecho pensar mucho. Yo venia de dirigir una película en España. Una producción independiente, con un sistema más sofisticado del que podemos tener. Y fue para mi rotunda la comprensión de que yo no quería eso. Leí una frase de Fassbinder que decía que uno no puede hacer cine sobre las cosas, sino que tiene que hacer cine con las cosas, y en ese momento decidí hacer una película con algunas de las cosas más cercanas que tenía. Y llega un momento de la vida además, que el paso del tiempo o la presencia de la muerte en los padres y en uno mismo como espejo desde los padres se vuelve como muy contundente, y para mí ese era el momento de la vida. Claro, en el relato no importaba todo eso porque fuesen mis padres, sino que era el lugar que yo tenía para acceder a la sensibilidad que la película planteaba. No porque importara biográficamente, pues en mis padres eso está ausente en el relato, sino que importaba sensiblemente. Era mi puerta de acceso a un mundo sensible.

P.G.: Esta línea muy finita entre documental y ficción esta presente en tu película. Mario Vargas Llosa escribió que algunos escritores, y te trato a vos también como escritor, pueden manejar las diferencias de planos de realidad de una manera muy sutil que el lector no se da cuenta. Me pregunto cómo definiste vos en esta historia jugar con ese límite.

G.F.: Está muy bien la pregunta…en ese sentido me hace muy feliz la película. Creo que lo conseguí, y en esto no hay nada de soberbia, sino de sentimiento de convicción. Existe el acceso a algo que siempre me resultó muy interesante. Por un lado la primera línea de la película es absolutamente simple, es absolutamente sencilla. Uno puede contra la historia en pocas palabras. Sin embargo a partir de esa simpleza es que uno va accediendo a esos otros territorios y a esos otros límites. Creo que fueron enjacando con mucha precisión, producto del trabajo de un equipo, producto de una reflexión que la fuimos haciendo a lo largo de tres años, producto de la intuición, producto de Dios, o esa otra cosa que a veces colabora mágicamente. Yo siento que es verdad, que hay posibles lecturas, lugares donde uno se puede parar para reflexionar sobre la película muy distintos. Y eso me hace muy feliz. Creo que sí, coincido con vos que esas capas son múltiples y que están como enlazadas.

P.G.: Te llevó dos años filmar el proyecto. Quisiste filmar todas las estaciones, y te diste el lujo en esta industria que es una vorágine de esperar un año más para ver si cubrías nuevas tomas. ¿Cómo es esto de trabajar con un equipo durante dos años y jugar con tu propia impaciencia?

G.F.: El equipo era un equipo muy pequeño en principio, y era un equipo de una solidaridad y una convicción en relacion al proyecto, y una convicción humana que fue fantástica. El trabajo era constante porque nosotros teníamos como una especie de estructura inicial pero no teníamos un guión con todas las secuencias, entonces nosotros filmabamos dos días al mes, editabamos, pensabamos, filmabamos, editabamos, por lo tanto te diría que el trabajo con el equipo fue constante durante esos años, absolutamente solidario. Pocas veces sentí una unidad tan potente en el grupo. Cada uno de ellos investigaba desde su rol. Hay mucha investigación de sonido, hay mucha investigación de fotografía, entonces era muy alentador para el equipo para las cabezas de grupo, porque no era que burocráticamente resolvían una película. El proyecto partía de otro lado: acá esta esto, vamos a investigar todos. Entonces desde ese lugar el equipo tenia una posición frente al relato muy activa y nunca tuvimos impaciencia. Yo incluso al principio les dije “vamos a filmar quizás cinco, seis años hasta que el árbol se caiga”, y partimos de esa idea; no hubo impaciencia.

P.G.: Gustavo, muchas gracias. Para mi sos verdaderamente un hallazgo, y me alegro que esto le esté pasando al cine Argentino.

G.F.: Te agradezco mucho.

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Tribeca x 4: David Blaustein


Durante el 6º Festival de Cine de Tribeca tuve el placer y honor de entrevistar a algunos de los cineastas, actores, productores y ejecutivos del festival. A continuación, un extracto de la entrevista con David Blaustein, director y escritor de Hacer Patria (Forging a Nation).

During the 6th Tribeca Film Festival I had the pleasure and honor of interviewing some of the filmmakers, actors, producers and festival executives. Next there is an excerpt from the interview with David Blaustein, director and writer of Hacer Patria (Forging a Nation).

Pablo Goldbarg: ¿Cuál es la necesidad de recordar, a pesar de que a veces es doloroso?

David Blaustein: Yo me paso la vida recordando. Por empezar porque soy un tipo muy melancólico, por otra parte pertenezco a una generación diezmada. En mi caso particular yo supongo que no debe haber mes, semana o día en el cual de alguna manera mis amigos que no están estén presentes. Una de mis frases de cabecera cuando hice Cazadores de Utopías (1996), fue que la película para mi tenía sentido porque ahora yo podía apoyar la cabeza en la almohada y ser digno de la historia de los pibes que ya no estaban, de mis compañeros. Entonces, todo mi cine tiene que ver con recordar. Me parece que el sentido de recordar nos hace tener presente lo que nos pasó, sirve para tartar de entender por qué lo que nos pasó nos pasó, y también tiene sentido para entender mucho mejor el futuro. Es imposible no intentar transformar este presente y no tartar de ver qué es lo que uno va a proyectar hacia el futuro, si no entiende qué es lo que pasó más atrás. Gonzalo Chavez dice en Cazadores de Utopías que es imposible construir una nación si uno no puede mirar para atrás y para abajo. El dice que los españoles construían sus iglesias encima de los templos Aztecas. Y recordar… los nietos que recuperan las Abuelas de Plaza de Mayo tienen un trabajo muy específico: ellos preparan las carpetas de los nietos por venir. Entonces, aparece un nieto, y el rol de los nietos recuperados es decirles :“tomá, esta es tu historia personal. Este es tu papá, esta es tu mamá, estos son tus abuelos, y acá el que te queda es tu primo, y este tío falleció, y los amigos de tu papa eran Beto, Federico y Ferando, y las amigas de tu mama eran Ines y Laura”. Y el nieto una vez que recupera su verdadera identidad también recupera su historia, gracias al trabajo de otros. Yo decía ayer en la otra presentación algo que me empiezan a decir los espectadores que ven la película, y para mi no formaba parte del sentido de la pelicula: todas las familias tienen algun secreto. La posibilidad de compartir ese secreto y de hacerlo público es la frase del Himno Nacional Uruguayo: “La verdad nos hara libres”, una frase que tambien usan las Abuelas (de Plaza de Mayo). Toda una cantidad de cosas… sacarlas… ponerlas afuera… saber como éramos, conocer ciertas cosas. Ese es el sentido. Recordar tiene el sentido de saber el pasado para que la transformación del futuro tenga sentido y sea liberadora.

P.G.: ¿Cómo ves el rol del documental en estos circuitos de festivales, y qué relación tiene con el público que va a ver documentales cada vez más seguido?

D.B.: En primer lugar, lo felicito a Scarlet (Peter). La selección en el festival es impeccable y terriblemente competitiva. Por otra parte el documental a partir de nuevas tecnologías ha generado un boom muy importante que implica mucha más productividad, autonomía, efectividad, productividad, y mayor recuperación de materiales de archivo. Y todos estos elementos colaboran con que el documental cubre una cantidad de problemáticas y conflictos que la ficción no puede cubrir. El documental tiene una inmediatez y una facilidad que la ficción no, y en un mundo tan globalizado como este la gente busca respuestas todo el tiempo. La ficción no las puede otorgar. Se juega un rol esencial, y la gente agradece. Podes poner una cantidad de recursos narrativos que hacen que la gente pueda ver un documental con la misma posibilidad de entretenimmiento que la ficción. Por otra parte si ves la problemática que aborda el documental en Tribeca, esta metido el 9/11, esta metido Irak, el conflicto Arabe-Israelí, la memoria, Cuba, la dieta entre judíos y palestinos, temáticas que jamás podría abordar la ficción, con el riesgo de que sean fracasos comerciales absolutos. Esta realidad explica la presencia del documental y repercusión en el público.

P.G.: ¿Cuáles son tus próximos proyectos?

D.B.: Ahora lo más cercano es terminar una película sobre Enrique Juárez, título provisorio Fragmentos Revelados. El era un dirigente gremial de Luz y Fuerza y militante de la Juventud Trabajadora Peronista, que era la rama sindical de los Montoneros, y al mismo tiempo era cienasta, cortometrajista y montajista. Enrique cayó en un combate en el año ‘77. Yo empecé a producir un documental que estaba rodando un entrañable director de fotografía que es Ricardo De Angelis. Enrique en determinado momento me dijo “no puedo seguir” y me devolvió el material y yo la quiero terminar ahora a la pelicula, peor con todo un discurso en el medio porque recuperamos parte del material de archivo de Juárez, entonces hay que terminar esa película. Me ofrecieron la posibilidad, que no se si se va a concretar, de participar de trece documentales sobre grandes figuras ocultas de la sociedad Argentina. Me pidieron que yo haga el documental sobre Rodolfo Puiros, el historiador y ensayista que fue rector de la Universidad Nacional de Buenos Aires en la época de Cámpora. Lo de mi exilio a Mexico lo tengo en la cabeza y creo que va a haber que empezar a hacer un juego de ensayo y error, y después hay algún proyecto que tiene que ver con las pasiones que por “cábala” (superstición), por ahora no lo comento.

P.G.: ¿Qué te deja Tribeca?

D.B.: Yo me siento mimado y como dicen los mexicanos “apapachado”. Para mi que Peter Scarlet haya venido a presentar la película personalmente me llena de orgullo. Que sea la película Argentina más programada también, que sea una película más programada que muchas ficciones también me pone contento. Tengo la sensación que el festival ha crecido muchísimo. Me da la sensación que se ha convertido en un festival muy popular, muy masivo, que está en buena parte de los rincones de Nueva York. Me genera una enorme tranquilidad la decisión de Scarlet de programar solamente 150 películas, que es una gran discusión con el Festival de Mar del Plata y el de Buenos Aires, que es una típica competencia fálica Argentina, como si cantidad fuese garantía (se proyectan alrededor de 450 películas), y me parece que hay un criterio de selección que intentan respetar “a rajatabla”, y eso me parece super estimulante. La presencia Latinoamericana es importantísima, y se lo agradecí a Peter: que Tribeca se convierta en una posibilidad de entrada del cine Latinoamericano a Estados Unidos me parece realmente grandioso.

P.G.: Muchas gracias por hacer patria.

D.B.: Gracias a vos.

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